domingo, 15 de abril de 2012

ANSIAS DE PALABRAS

A veces me cuesta entender estas ansias alocadas tan mías de consumir palabras.

Crear palabras, leer palabras, comprar palabras, mostrarlas…

Incluso cuando duermo sueño con palabras. Incluso de despierta sigo soñando con ellas, y mientras limpio y cocino, o cuando el agua de la ducha se resbala por mi piel, imagino nuevas palabras que nacen de mi corazón y toman forma en mi mente…que al no apuntar olvido.

Estas ansias de palabras se transforman en un no parar de revolotear, en un devenir sin sentido de letras y más letras.

Pensándolo fríamente he llegado a la conclusión de que es mi manera de vivir.

Si, así es.

Muchas veces he pronunciado: Escribir es lo que soy; pero muy pocas veces soy capaz de admitir que soy porque escribo, leo, imagino, sueño…
 
Y esto no es de ahora…se remonta a muchos años atrás…

Las palabras son mi camino para ser, para soñar, para sentirme viva.

Yo, que hace tiempo conocí lo que es sentirse muerta viviendo, soy consciente más que nunca, de que he encontrado en las palabras mi refugio para salir del pozo negro en el que a momentos -durante toda mi vida-, he estado sumergida.

Cuando creo palabras, soy quien quiero ser, sin limitaciones. Por eso mis personajes tienen tanto de mí. Porque una parte de mí querría parecerse a ellos.

Cuando leo palabras creadas por otros, siento lo que ellos sienten y vivo de esa forma otras vidas que no son la mía, y que nunca viviré.

Ahora con el paso de los años, volviendo la vista atrás, me doy cuenta realmente de que siempre he utilizado la palabra para resistir.

Que escribir, era, es y será mi forma de luchar, de sobrevivir.

Porque cuando nado entre palabras me siento viva.

Y yo sé muy bien lo que es sentirse muerta, esa sensación por suerte o por desgracia la he llevado cosida a mi sangre durante algún tiempo…

Quizá por eso aún haya demasiada melancolía en mis letras…

Pero así soy yo, mitad melancolía, mitad rebeldía…

Ahora entiendo esas ansias alocadas tan mías de consumir palabras.

Crear palabras, leer palabras, comprar palabras, mostrarlas y soñarlas…

Porque mientras me queden las palabras seguiré estando viva, seguiré sintiéndome viva, seguiré viva en los demás…

Porque consumo palabras en un intento de acumular experiencias aunque no sean mías, para sentirme más viva, más realizada. Para que cuando se apague mi corazón al menos haber vivido, soñado, imaginado, de todo. Para sentirme más viva por esos años en los que me sentí muerta.

Ansias de vivir.

Ansias de soñar.

Ansías de crear.

Ansias de palabras…

lunes, 2 de abril de 2012

HIGH VOLTAGE

El reloj con forma de esqueleto colgado en la pared del ‘Shadows Paradise’, marcaba la una de la madrugada.

Angel estaba subido a su plataforma bailando como cada fin de semana. 

Al otro lado se encontraba su compañera Lizzy meneando las caderas mientras era observada por la mayoría del público del bar. Los hombres se la comían con la mirada y las mujeres también, excepto aquellas que la envidiaban.

La verdad es que la chica tenía un cuerpo de infarto y sabía moverse de una manera demasiado sensual sobre la plataforma de hierro.

Pero no todas las miradas masculinas se centraban en Lizzy. Algunos preferían deleitarse con los movimientos de alto voltage de Angel. Cualquiera diría que la primera noche que le tocó hacer de gogó -minutos antes de salir a bailar-, estuvo diez minutos en el baño de los camerinos vomitando por culpa de su pánico escénico.

Ya no quedaba nada de aquel chico heavy de look desaliñado y apariencia tímida que se presentó en el bar tres meses atrás para pedir trabajo como camarero. Ahora sabía cómo provocar con la mirada y cómo acariciar su cuerpo para que el público se excitase al máximo.

Desde que trabajaba en el bar, cuidaba más su aspecto, iba al gimnasio dos veces por semana -lo justo para estar un poco marcado sin parecer un muñeco anabolizado-, y eso se notaba. Todas las féminas estaban deseosas de llevárselo a la cama, no le perdían de vista en ninguno momento. Incluso su compañera Lizzy había intentado ligar con él en más de una ocasión.

Todas excepto Rebecca. 

Rebecca parecía no caer rendida a sus encantos. Nunca tenía un gesto más allá de lo estrictamente profesional. Estaba de acuerdo en que como jefa de personal, -aparte de camarera y dependienta en el sex-shop contiguo al bar-, debía posicionarse en su lugar, pero…

Ni siquiera le había regalado una mirada mientras bailaba, o cuando trabajaba a su lado sirviendo copas tras la barra y eso que el uniforme masculino consistía en pantalones de pvc negro marcando paquete, botas new rock y unos finos tirantes como camiseta. 

- ¿Le gustarán las chicas? - se dijo para sí mismo aquella noche.

Siempre se saludaba con un beso en los labios con Mary, pero era su mejor amiga. Y con Andy también se saludaba así, pero Andy era gay, así que ese ejemplo no valía. Además según le había contado Lizzy, estuvo muchos años saliendo con el guitarrista de un grupo de death metal hasta que la relación se terminó por culpa de la distancia.

- ¡Es hetero fijo! ¡Tengo que llamar su atención como sea! - fueron sus últimas palabras antes de dejar la mente en blanco en un intento de máxima concentración y comenzar a moverse al ritmo de la canción “Tainted Love” susurrada por Marilyn Manson.