Llega el verano con sus altas temperaturas, el bochorno
y la lluvia fina. Llega el tiempo de las prendas ligeras, de las camisetas de
tirantes y los escotes.
Llega el tiempo de dejar la piel al aire para que se
oxigene.
Por lo tanto llega el tiempo de los comentarios
innecesarios, a destiempo, de los comentarios que no se piden pero que uno
recibe, de las opiniones que deberían guardarse para uno.
¿Le pregunto yo a la gente porqué viste como viste?
¿O el motivo de su moreno de piel, su pelo de peluquería, el maquillaje
ocultando las arrugas de su cara? ¿Les pregunto yo por su vida, su trabajo, a
qué dedican el tiempo libre, con quién comparten sus días?
No entiendo, ni entenderé nunca, a la gente que
critica a la ligera el aspecto de otros.
No entenderé nunca el problema de la gente con los
tatuajes.
Que narices les importará si llevo un brazo casi
entero tatuado, si entre todas las zonas de mi cuerpo hay más de 10 diseños
diferentes.
¿Por qué creen que ha de importarme su opinión, si
les gusta o no mi cuervo, mis mariposas, mi ataúd, si no saben lo que significa “E.A.Poe”, si les
parece que me cansaré de ellos, si creen que son muchos ya?
Nunca entenderán que para mí los tatuajes no son
moda, sino parte de mi propia personalidad. Una forma de vivir, de arte en la
piel. Que cada uno tiene su propio significado, que son trocitos de mi vida,
gustos musicales, literarios, cinematográficos que me han salvado de hundirme
en mis peores momentos.
Nunca entenderán que donde ellos ven tan solo un
nombre, una estrella o una rosa roja, hay un homenaje a mi padre que está en mi
piel para recordarme la persona que era en vida, lo que yo era al tenerle a mi
lado, y lo que soy ahora sintiéndole aunque no esté.
No entienden nada, pero hablan creyendo que saben de
todo.
Juzgan, sin darse cuenta de que se pueden encontrar
con una contestación borde, y cuando la reciben encima el problema es mío
porque soy una maleducada.
No entiendo porque no se preocupan por ellos mismos,
por su vida, la de sus hijos…
Tienden a opinar, a prejuzgar, a criticar. Y no se
dan cuenta de…
No se dan cuenta de que no me hacen daño con sus
palabras, sino que me reafirman aún más en mi opinión de que valen más los
animales que muchos seres humanos.
Que cuanto más grande y mejor se cree una persona,
menor es el nivel humano de su corazón.
De que no soy inferior a ellos ni una drogadicta
inculta de baja escala social, por llevar tatuajes, vaqueros rotos, camisetas
de grupos de heavy y de rock, playeras Converse, botas New Rock.
No se dan cuenta de que posiblemente lea más libros
que ellos, entienda mucho más que ellos en muchas cuestiones, viaje y conozca
lugares y culturas que ellos ni siquiera podrán colocar en el mapa del mundo.
Es posible que tenga más sensibilidad dentro de mi
corazón, y vea la vida y a las personas de una forma en la que ellos jamás
repararán porque les falta lo primordial. Humildad y sencillez.
Yo catalogo a la gente por su corazón, no por el
envoltorio.
Y aunque sueño con un mundo idílico, mucho más
amable y más bonito. Hay seres “humanos”, que cada día me demuestran que ese
mundo está muy lejos de conseguirse.
Porque les importa siempre más la vida del vecino
que la suya propia e intentan machacarlo y diferenciarlo.
¿Saben qué?
Prefiero ser diferente, porque es mi diferencia lo
que me hace especial. Yo moriré tatuada, aunque si llego a la edad de mi abuelo
(ojalá), ni siquiera se distingan los dibujos en mi piel, pero moriré siendo
quien quise ser, moriré siendo yo misma.
Hay quien morirá siendo como todos, sin darse
cuenta, porque está más preocupado en juzgar a los demás que en seguir avanzando
él mismo como persona.
Que sigan vistiendo a la moda que les marcan otros,
creyéndose superior a los demás, queriendo ser joven en un cuerpo de maduritas,
que sigan con sus opiniones, sus aires de grandeza, sus miradas críticas por
encima del hombro, cotilleando, viendo los programas de la televisión, soñando
ser quienes nunca serán…
Que yo seguiré, tatuándome de nuevo si me da la
gana, vistiendo con ropa rasgada, playeras, botas góticas y chupa de cuero. Con
mis ojeras negras, mi rímel. Cantando canciones de rock y metal extremo. Que yo
seguiré yendo a conciertos, recordando cada frase de la película de “El Cuervo”,
leyendo a “Edgar Allan Poe” (ese que ni siquiera saben quién es), viajando,
conociendo personas, creciendo, evolucionando, escribiendo nuevos relatos,
luchando por mis sueños y lo que es más importante consiguiéndolos.
*Salgo poco de casa, pero cuando salgo…siempre tengo
que encontrarme con algún espécimen.Quizá sea lo que merezco por vivir en un
pueblo.
Lo siento si cuando me enfado, me sobran las
palabras y confundo las letras.
Llevo un tatuaje. En invierno, mi cazadora de vuelo en cuero marrón, es mi compañera inseparable.
ResponderEliminarPara clima mas benigno, utilizo una bomber de cuero negro.
Mi camiseta favorita, conmemora los veinticinco años de los "Sopa de Cabra".
Hace décadas que decidí llevar la cabeza afeitada como un monje budista.
Llevo muchos años escuchando improperios sobre mi forma de vestir, de ser, sobre mis opiniones políticas,etc.
¿ Han conseguido cambiar mi forma de ser ?. No.
Solo han conseguido reafirmarme en mis ideas. Y siendo fiel a mi mismo, he conseguido ganarme el respeto de los que me criticaban.
¡¡ Que digan misa !!. ( Una canción de Tino Casal muy recomendable ).
Un beso.