Intentar vivir la vida de otras personas a través de
los libros que otros han escrito porque tú eres incapaz de escribir una sola
línea de los tuyos, intentar sumergirte en los mundos de series televisivas
para no pensar, intentar hacer tuya esa melodía que tanto te gusta y no escuchar
nada más, intentar mantener la cabeza distraída elaborando regalos, cartas y
postales con la mayor ilusión pensando en sus destinatarios.
Intentar olvidar.
Sin embargo como todas las cosas en la vida, cuando
pasan los efectos de las adulteraciones, la realidad regresa con más fuerza que
nunca y acaba golpeándote en la cara.
Como una ola salvaje de 10 metros, te abofetea fuertemente
haciéndote daño, haciéndote volver…
Y de nuevo te deprimes al vislumbrar lo que te
rodea, de nuevo te vienes abajo al sentir que ya nada será igual, al verte
dentro de un pozo negro sin fondo en el que has caído y solo el amor te puede
rescatar.
Y de nuevo tienes la sensación de querer adulterar
la realidad, pero sabes que hay ciertas cosas que ya de nada te servirán.
Por eso te encuentras frente al espejo otra vez,
mirándote, intentando reconocerte.
Intentando ahogar tus lágrimas a base de recuerdos.
Regresando al presente todo aquello que te hacía reír, todos los buenos
momentos que se extinguieron hace tiempo, regresando todas las palabras que te
han dicho vía email personas que se preocupan por ti, regresando todos los
libros firmados y dedicados, las cartas, los marcapáginas. Regresando viajes y
experiencias vividas, regresando recuerdos del pasado al presente.
Intentando caminar y seguir en pie. Intentando
vivir, sobrevivir.
De nada sirve huir.
Adulterando la realidad con algo factible, con algo
que si ha existido y que sigue existiendo, con algo que permanece.
Así, la espera a que el amor regrese se hará más
llevadera.
Así, quizá la realidad se hará más soportable.
Adulterando la realidad sabiendo que esta vez no
habrá efectos secundarios, porque el amor, el cariño, la amistad y la
amabilidad, únicamente dejan en el corazón efectos beneficiarios.
Sabiendo que esta vez no debes conformarte con dejar
la vida pasar, porque ya lo hiciste en el pasado y solo conseguiste tiempo
desaprovechado.
Adulterando la realidad a base de realidad, para que
luego no duela, para que las heridas no sangren más al regresar.
Sucede que a veces la única manera de sobrevivir, es
adulterando la realidad.
Cuando yo me encuentro de la forma que describes, entro en la biblioteca y me sumerjo en libros de psicología. Lo bueno que les encuentro es que me resultan muy sencillos de leer -no como la literatura cuando mi concentración deja mucho que desear- los libros de psicología siempre me dan claves para dos cosas fundamentales: saber que lo que me pasa es normal, y que existe un modo de corregirlo. Ésto último aunque de cuando en cuando vuelva a estar igual ;)
ResponderEliminarUn beso
Tienes razón, a veces la realidad nos abofetea como una ola fría y espumosa hasta arrastrarnos a tierra cuando estabamos tan agusto ahí... flotando...
ResponderEliminarPero yo ya no tengo miedo a las olas, he aprendido a bucear. Es algo que tarde o temprano todos terminamos por hacer, descubrir que hundirse no es más que parte del proceso de descubrirnos a nosotros mismos y ver las maravillas que tiene el tocar fondo. Porque solo así, cuando salgas a la superficie, tienes algo que contar realmente interesante.
Besotes, guapa ^^