Desde que esa frase fue pronunciada, la rebeldía
presente en mi sangre no me abandona nada más que para dar un paso hacia atrás,
coger nuevos impulsos y saltar.
Esa frase fue lo que mi alma necesitaba escuchar
para tomar las decisiones definitivas.
Entonces decidí que debía seguir llenando las
páginas en blanco de mi vida.
Decidí que las llenaría de la tinta negra como la
noche y roja como la sangre. Bebería de las estrellas en la oscuridad y por el
día pintaría de rojo el cielo para que el brillo del sol no me quemase la piel.
De nada sirve permanecer en standby sin sentir. El
corazón no va a encontrarse mejor por ello. Y yo no estoy sola.
No solo tengo a las personas que me quieren de
verdad y que comparten cada uno de mis días, sino que también tengo a un
corazón que solo será un corazón vivo, si yo vivo. Dos corazones para ser
exactos.
Desde que miro a las estrellas y encuentro a los que
quiero tras ellas, todo es diferente.
Los miedos se hacen más pequeñitos, las sonrisas
radiantes tiene su hueco en mis labios a todas horas, intermitentemente. Y
todos mis anhelos laten fervientes esperando su momento adecuado para
revolotear a mi alrededor y susurrarme: Lucha por mí, es mi hora, hazme
realidad.
Los pasos del camino se hacen más fáciles.
Y tengo al amor de verdad que me ayuda a olvidar
todo aquello que a ratos me hace flaquear y derrumbarme. Porque solo el amor verdadero puede sanar las heridas que sangran aun
estando cerradas. Lo he aprendido viviendo y lo he reafirmado gracias a un
nuevo libro.
Pero no voy a creerme una roca indestructible. Sería
mentirme a mí misma.
Porque si, cuando menos lo espero, lloro, caigo y me
derrumbo. No me avergüenza decirlo. La gran diferencia es que ahora vuelvo a
levantarme. Ahora sé que hay ciertas cosas que han de suceder para hacerte más
fuerte, me lo dijo un gran amigo y ángel literario, y es cierto. Y no seré yo
quien no aprenda nada de ello.
Hace meses las lágrimas no cesaban. Las fuerzas desaparecían, y mis piernas
clavadas en el suelo no podían erguirse para luchar.
Ahora, las lágrimas derramadas van surcando la piel
de mi rostro hasta suicidarse desde mi barbilla cayendo al vacío. Ese es el
tiempo que tardo en levantarme.
Mi melancolía dura lo que tardan esas lágrimas en
desaparecer. ‘Tres minutos de nostalgia’ como diría la canción.
Lo que tarda mi sangre rebelde en dar un paso atrás,
coger impulso de nuevo y saltar.
Al minuto cuatro vuelvo a resurgir como una guerrera
valiente, siendo consciente de todo lo que tengo a mi alrededor y de lo que
poseo dentro de mi sangre.
Siendo consciente de que dentro de mi corazón hay
otro corazón. Dentro de mi corazón hay varios corazones. Y cuando me miro en el
espejo, veo el iris color marrón de ambos centellear a través de mis ojos, mis
pupilas se dilatan contentas y sé que ellos dos, aunque no estén aquí, están
viviendo porque yo estoy viviendo.
Las
personas mueren cuando nadie las recuerda, y como yo no
he olvidado a dos de mis estrellas, ellas siguen parpadeando en el cielo de la
noche y en el cielo de mi alma.
Mientras yo siga viva, ellos vivirán.
Seremos un corazón con varios corazones.
Y juntos, llenaremos las páginas en blanco de mi
vida.
Y con una de esas plumas de tinta negra como la
noche y roja como la sangre comenzaré diciendo:
“Hay una mujer nueva dentro de mi corazón. Ya no queda nada de aquella niña acomplejada que se sentía nadie y se creía débil.
“Hay una mujer nueva dentro de mi corazón. Ya no queda nada de aquella niña acomplejada que se sentía nadie y se creía débil.
Los golpes de la vida me han
demostrado que puedo ser muy fuerte. Y las personas que se han cruzado en mi
camino me hacen sentirme alguien importante
con sus palabras, sus gestos, sus detalles. Son ellos los que me han hecho creerme
alguien.
El amor que todo lo cura cada mañana me da fuerzas
para levantarme.
Y cada noche cuando miro a las
estrellas, me doy cuenta de que hay unas que siempre brillan aunque las
tinieblas oculten su titileo.
Y entonces sé que no estoy sola. Y me
siento muy afortunada, porque dentro de mi corazón siento muchos corazones
latiendo con el mío, al mismo tiempo.
Y entonces me doy cuenta de que
aquella niña que se sentía pequeñita y nadie, realmente era la más grande. Porque no solo tenía su corazón, también tenía
el corazón de aquellos que se habían marchado amándola eternamente.
Que afortunada aquella niña, tenía
solo para ella, en su sangre, la fuerza de otros corazones ayudándola a
caminar…Y ella sin darse cuenta.
Que afortunada aquella niña, tenía y tiene solo para
ella, en su sangre, la rebeldía, la lucha y la libertad…Y ella sin darse cuenta. Hasta ahora.
“I will dance
with it,
Into my arms
The ghost of tomorrow.”
Los fantasmas del mañana serán la fuerza de mi
presente, la sangre de mi futuro. Y danzaré con
ellos, con todo lo que un día fueron navegando entre mis venas, con todos
nuestros recuerdos entre mis brazos.
Otros
corazones en un mismo corazón.”
*Gracias a Begoña,
“Días de Lluvia” por esa frase
pronunciada que cambió mi corazón.
Gracias a Francesc Miralles, por sus palabras, y a su grupo Nikosia,
por la canción: Three Minutes of
Nostalgia.
La vida nunca da golpes que no podemos soportar.
ResponderEliminar¡Gracias a ti, Rebeca, por verter tanta poesía y sentimiento en este blog!
ResponderEliminarMe ha conmovido tu valentía y autenticidad.
Un beso de domingo!!!
Francesc
Preciosa, qué precioso comentario, gracias x pasarte :))
ResponderEliminarEstoy tan deacuerdisimo contigo, personas que te hacen sentir alguien siempre hay, unas se quedarán y otras no, pero seguir y ser fuerte es muy grande... ánimos, y sigue pronunciando tu arte a través de las palabras :))
marencalma#
Precioso Rebeka, se nota que escribes con pasión, con musas, con pulso firme y seguro en letras negras y rojas que llenan esta entrada de sentimiento a raudales. Gracias por el regalo de tus palabras ^^
ResponderEliminarUn abrazo