Sé que estás dentro de mi corazón, en mi alma y en
mi sangre, acompañándome a cada latido, aunque a veces no logre encontrarte por
culpa de la tristeza.
En la voz desgarrada y ronca de Emilie entonando
cada letra de ‘Gloomy Sunday’, encuentro un refugio de esperanza. Porque con
solo escuchar cada nota regresa a mi mente el recuerdo de tus sonrisas y tu
dulce voz siguiendo sus palabras.
Cuando la escucho puedo sentirte a mi lado
acariciando mi piel. Siento tu respiración tibia sobre mi nuca, tus brazos
rodeándome con su calor, tus ojos clavados en mis pupilas devolviéndome mi
rostro sonriente y todo es más fácil.
Al bajar la cuesta del cementerio, me pregunté una
vez más, si las almas que descansan aquí podrán escuchar el murmuro de las olas
y encontrar en ellas los recuerdos de las personas que les acompañaron en vida.
Ya sabes que no creo en otros mundos, ni en la
existencia de un paraíso reinado por un Dios que todo lo ve, esos pensamientos
son demasiado grandes y se me escurren entre los dedos de las manos.
Sin embargo pienso que las personas que se van no
mueren del todo. Que siguen aquí, acompañando a los vivos en su deambular por
la Tierra. Algo de todo lo que fueron tiene que quedar con nosotros ¿verdad? Me
niego a pensar que solo son huesos y cenizas lo que permanece tras las lápidas
de mármol. Me niego a pensar que tú te has marchado del todo.
Quizá sea solo mi necesidad imperante de encontrar
un atisbo de inmortalidad, algo que me haga sentir que no estoy solo. Que la
vida de los que se fueron sigue siendo vida de alguna manera. Quizá sea esa mi
fórmula para no sentirme tan devastado.
Sé que he llegado a la playa aunque mi cabeza esté
en otro lugar porque puedo oír el crujido de los vidrios de colores bajo mis
pies al caminar. Esa sensación siempre me saca una sonrisa por mucho que la
soledad me abrace.
Porque siento que esos cristales diminutos y
esculpidos por el mar, se están apiadando de mí a cada paso pronunciado,
acompañando a mi corazón en su latir y en su crujir, ya que a cada suspiro sin
ti se rompe en un pedazo nuevo de cristal, resquebrajándose. Y lo siento porque
cada gota de mi sangre se congela y se vuelve bohemia, abandonándose.
Con la mirada en el infinito acabo sentado en nuestra
roca, esa que compartíamos cuando veníamos juntos hasta aquí para pararnos a
observar el mar bravío, incluso en los días de invierno.
Diviso el fuerte oleaje que siempre se balancea
entre estas rocas de la Costa de la Muerte, y pienso que no podría tener mejor
nombre, ya que a cada pestañeo todo está lleno de su sombra gris.
El cementerio, los cristales rotos, el susurro de
las olas que se balancean hasta morir destrozadas por las piedras o convertidas
en espuma blanca vaporosa, y el recuerdo de aquellos que perdieron su vida en
este mar que lo rodea todo.
Definitivamente la voz de Emilie entonando esta
canción suicida es la mejor banda sonora para este maravilloso lugar, donde la
muerte se apodera de cada rincón de mi cuerpo demostrándome que sigo vivo a
pesar de todo, que sigo vivo aunque tú ya no estés aquí. Que estoy muerto
estando vivo. Y eso es lo peor de todo. Ser consciente de que sin ti nada
merece la pena.
Cariño, he pensado tantas veces dejarme ir.
Abandonarme, regalarme a la muerte para poder encontrarme contigo. Sé que así
el dolor desaparecería. Lo único que me hace seguir es la promesa que te hice
cada día de tus últimos meses hasta minutos antes de que cerraras los ojos para
siempre.
Te prometí vivir, sentir y amar, sin olvidarte.
Pero a veces la tristeza me nubla demasiado y solo
consigo distinguir la oscuridad. Y lo deseo con tanta fuerza, que no hago más
que soñarlo. Lo sueño una y otra vez, y lo vivo con tanta intensidad que creo
que cuando despierte estaremos juntos.
Un sueño que de estar viéndome te lastimaría en lo
más profundo de ti. Lo sé porque no querrías ese final para mí. Lo sé, por cada
palabra de tu carta, que está grabada a fuego en lo más profundo de mi alma.
Aquella carta que me imploraste que leyera una vez
que todo hubiera pasado, cuando llegase a casa después de que tus cenizas
quedasen sepultadas bajo la losa de mármol beige.
Esa carta que cada vez que regreso aquí, releo. Para
sentirte, para hacerme valiente llenándome de tu fuerza.
Carta que dice así:
<< Amor mío,
Mi
precioso Allen. Mi hombre extraordinario, mi amigo, mi amante y compañero.
Cuando
estés leyendo estás líneas yo ya no estaré junto a ti. Que sepas que me habré
ido sin querer, pensando en ti, siendo tuya hasta el final. No olvides nunca
que nuestro amor siempre fue más grande que todo.
Se
convertirá en cenizas mi cuerpo, pero mi corazón y mi alma siempre te
acompañarán. Ambos son tuyos desde el día en que decidí pronunciar esa
afirmación. El único si del que jamás me he arrepentido.
Viajaré
contigo a cada latido de tu sangre, a cada suspiro de tus labios.
Aunque
la tristeza te nuble las pupilas, my gloomy boy, tendrás que luchar amor mío.
Yo quiero que sigas adelante, que pelees por abrir tu corazón a la vida, por
convertir tus sueños en realidad, por sentir, por hacer de cada día vivido algo
especial.
Vive.
Solo así yo seguiré viviendo. Piensa que mientras tú vivas, una parte de mí
seguirá siempre perpetua e inmortal entre los rincones del tiempo.
Cada
noche podrás encontrarme en las estrellas, esas que siempre adorábamos juntos,
mi pequeño. Yo te estaré esperando tras ellas para regalarte todas y cada una
de mis sonrisas.
Vive,
mi corazón inmenso. Vive, porque yo siempre estaré contigo.
Mi
último suspiro será para ti. Mi último latido será en nombre de nuestro amor,
un gran y verdadero amor. Recordaré tu mano agarrando mi mano, tus ojos, tus
labios, cada centímetro de tu cuerpo. Así no tendré miedo. Contigo a mi lado
jamás tuve miedo.
Vive,
siente y ama, Allen. No olvides que esa fue tu promesa.
Me
despido de ti, con lágrimas llenas de amor y admiración resbalando por mi
rostro, sabiendo lo que dejo aquí, y lo que me llevo conmigo en lo más profundo
de mí. Sonríe
por los dos. Canta por los dos. “My heart is telling you how much I wanted
you…”
Te
amo Allen, con toda mi alma, mi sangre y mi corazón. Y siempre te amaré.
Recibe
un abrazo infinito de esos que ni la muerte puede silenciar.
Tuya
eternamente,
Dailin.>>
Y al acabar de leer, con lágrimas en los ojos no
puedo evitar susurrar: ¡Qué fuerte eras mi amor!
Eras tú la que se estaba muriendo, la que se estaba
marchitando cada día por esa maldita enfermedad y aun así tus pocas fuerzas las
gastabas pensando en mí, implorándome en cada palabra que viviese y luchase por
ser feliz.
Eras muy fuerte y me hacías fuerte a mí. Me hacías
grande. Me hacías creerme alguien, sentirme alguien.
Y ‘Gloomy Sunday’ sigue sonando una y otra vez,
porque es la única canción que llevo guardada en el reproductor, y su voz te
trae a mí. Y el balanceo del arco del violín sobre las cuerdas pronuncia cada
desgarro de mi piel, cada chasquido del cristal de mi corazón, cada goteo de mi
sangre congelada, cada oleaje en el mar infinito de mi alma.
Y mis lágrimas fluyen infinitas, y las olas siguen
balanceándose hasta chocar contra las rocas, y algunos cristales rotos se
esfuman y otros regresan, a cada vaivén, al igual que mis sueños y mis
ilusiones, que en parte se fueron contigo viajeras hacia la eternidad, y en
parte siguen aquí, en algún rincón oscuro de mi corazón, dispuestas a viajar
con mi sangre cuando el frío de la melancolía se haya desvanecido.
Este mundo es tan vacío sin ti amor mío, mi Dailin.
Que no puedo hacer otra cosa que pensar en ti a cada milésima de segundo para
sentirme más completo.
Te amo con todas mis fuerzas, te extraño tanto... Y
cada noche miro al cielo en busca de estrellas, con la esperanza de encontrar
tus sonrisas en ellas, para poder sonreír yo.
Sé que algún día las heridas cerrarán, y mis ánimos
cambiarán. Mis pupilas podrán mirar sin la niebla ocultando su mirada. Mi
corazón latirá encadenado a las sonrisas y mi sangre fluirá liquida y revuelta.
El tiempo acaba curándolo todo. Nadie mejor que yo sabe eso.
Mirando al mar
he canturreado: ‘My heart is telling you how much I wanted you…’ por ti, por
mí, por los dos…
Y seguiré viviendo. Intentaré pelear por mis sueños
y ser feliz, para que sigas viviendo perpetua e inmortal junto a mí. Porque
como decía nuestro E. A. Poe: “Ni los ángeles del cielo, allá arriba, ni los demonios
en las profundidades del mar, podrán jamás desgajar mi alma, del alma de la
hermosa Annabel Lee.”
Tú siempre estarás junto a mi Dailin, en éste
nuestro reino junto al mar.
Y cada día es un día triste sin ti, cada domingo es
un domingo sombrío. Y solo en nuestra tristeza, en nuestra canción suicida,
encuentro consuelo.
Gloomy Sunday.
*Ubicado en La Playa de los Cristales, en el
municipio de Laxe. Galicia.
Sunday is gloomy,
ResponderEliminarMy hours are slumberless
Dearest the shadows
I live with are numberless
Little white flowers...
Como ya te dije un relato precioso, cargado de melancolía y en un precioso escenario.
Mil besos.
Una historia conmovedora, de las que te hacen llorar y reír al mismo tiempo. Eso no es nada fácil de conseguir como escritor. Muchas felicidades por esa pluma con la que te estás atreviendo a jugar porque el resultado es maravilloso.
ResponderEliminarBesotes ^^