DESHACIENDO LA NIEBLA...

Me basta una sonrisa de tus labios para que las sombras del crepúsculo y los pozos profundos de los que habla Murakami al comienzo de Tokio Blues se desliguen de mis venas.

Cuando te miro a los ojos y me dejo llevar por tu enigmática mirada siempre tan hechicera, los otoños que me abrazan en pleno Julio se van esfumando perdidos entre la espesura de la atmosfera soleada y carbonizante. Entonces dejo de ser esa hoja pequeñita caduca que se balancea para ser de nuevo una hoja tan verde como la hierba del norte en invierno.

Porque si, este sol me carboniza el corazón. Lo vuelve cenizas diminutas. Por eso a momentos lo odio con todas mis fuerzas. Pero te juro que estoy aprendiendo a soportarlo, a convivir con él. Por ti, que amas el sol, solo por ti.

Porque para mí el verano no deja de ser la huella de recuerdos dolorosos y despedidas que a veces disfrazan de nostalgia mis pupilas.

Aunque he de reconocer que ya comienza a convertirse también en la huella de la caricia suave de la brisa, de los pies hundiéndose en la arena ávidos de caminar hacia delante, de las miradas inspiradoras perdidas en el ancho mar, de los sueños que vienen y van , y permanecen. 

La huella de tu silueta saliendo del agua bajo la atenta mirada de estos ojos tan de secano, de la libertad que desprenden los surfers navegando sobre las olas, de los cuerpos relajados tostados al sol, de los niños que juegan entre voces en gritos que me recuerdan la niña que una vez fui. 

La huella de las confesiones a media voz, de los WhatsApp con cierta mariposa azul, de las melodías tan melancólicas como sanadoras de cierta banda que con solo cerrar los ojos me transporta hasta la mismísima Barcelona.

Y si cierro aún más mis párpados y permito a mi mente que divague, me imagino a mí misma subida en una tabla surcando el mar infinito de mi alma y su espuma blanca. Y todo cobra sentido.

Me veo a mí misma en la cresta de mis sueños, sabiendo que si caigo, me volveré a levantar.

Porque como los surfers tienen su tabla anidada a su pie por el invento…Yo te tengo a ti, anclado a mi sangre y a mi corazón. Justo a mi lado, dispuesto a regalarme una sonrisa, una mirada, un beso, un abrazo. 

Dispuesto a todo con tal de hacerme feliz. Dispuesto a todo por ayudarme a que mis sueños se cumplan.

Tú, mi corazón de metal, deshaciendo las sombras del crepúsculo, las nubes negras y la asfixiante caricia del sol, con tus manos tibias y los besos salados por el salitre del mar.

Quizá algún día logre salir de mi sombrilla y me enfrente al sol.

Quizá algún día se esfume este odio poco sano hacia el verano.

Si algún día lo consigo recuerda que será gracias a ti. Por tu corazón junto a mi corazón, tu mano sobre mi mano, tus ojos reflejando mi mirada, tus labios sobre mis labios.

Mientras tanto, contigo a mi lado deshago la niebla.

Sí. Entre palabras sin sentido, deshaciendo la niebla en días soleados.