Cámara en mano intentaba encontrar una chispa que lo hiciese presionar el botón.
Nubes que se daban la mano para crear siluetas irreconocibles. Hojas marrones que intentaban no ahogarse en el estanque. Patos perezosos que navegaban dejándose llevar por la corriente. Árboles milenarios con iniciales grabadas en su corteza…eso era todo.
Él intentaba sentir. Intentaba encontrar algo más mágico, pero no lo lograba.
Su sangre caminaba espesa, y su corazón adormilado no hallaba la inspiración suficiente para crear una instantánea perfecta. Necesitaba nuevas imágenes que mostrar en su web para que las agencias siguiesen interesadas en él. La fecha límite que se había autoimpuesto se acercaba y no tenía nada espectacular.
Necesitaba despertar y encontrar algo único.
Caminaba entre pasos lentos, derrotado y sin fuerzas, cuando al final su corazón se desperezó.
En el momento más inesperado. Gracias a una desconocida.
Desde el mismo instante en el que la vio en aquel parque, su rostro resplandeció entre la más grande de todas las sonrisas.
Ella, estaba apoyada sobre la barandilla de hierro forjado de un puente cualquiera. Lanzándole a los patos migas de pan. Con la mirada perdida entre sus recuerdos, con una sonrisa resplandeciente en sus labios.
Él, paseaba cerca de la orilla del estanque cuando la vislumbró. Y no pudo evitar que un montón de mariposas se apretujasen en su estómago y empezasen a bailar alocadas.
Ella era toda luz. Era magia en estado puro, era belleza, gracia, sencillez…Era la luz que él necesitaba para despertar de su letargo.
Enseguida sintió la necesidad de fotografiarla, de capturar aquel momento para no olvidarlo jamás.
Y eso hizo.
Se escondió tras un árbol para que ella no pudiese verlo. Y como un espía del gobierno o un detective privado en busca de pruebas, amplió la imagen con el zoom de su Nikon y pulsó haciendo ‘clic’ varias veces.
Desde diferentes ángulos.
De lejos, de más cerca, mostrando únicamente su mirada, de cuerpo entero, capturando su rostro iluminado por la luz del sol. A color, en blanco y negro, con tono dramático.
Sin embargo una voz femenina estalló muy cerca dando por finalizado el momento mágico.
-¡Adrielle! -gritó esa voz.
Y la chica a la que él estaba fotografiando, se dio la vuelta y saludó.
A los pocos segundos la chica dueña de la voz la abrazaba con fuerza, y juntas se marchaban por la dirección contraria. No pudo ver sus ojos de nuevo. Y no quiso fotografiarla de espaldas, alejándose de él.
La había sentido tan cerca al retratarla que sintió como su corazón se encogía al verla marchar.
Desde ese momento de la despedida, Joel sintió que jamás podría olvidarse de ella.
- Adrielle, Adrielle, Adrielle, - no dejaban de susurrar sus labios de regreso a casa.
Y los días de Joel siguieron acumulando números en el calendario.
Su corazón llevaba varios días desconectado del mundo.
En su pensamiento una imagen aparecía una y otra vez. La chica del parque. Su estrella de luz.
No podía dejar de pensar en ella. No hacía más que observar las fotografías en la pantalla de su cámara.
Al llegar a casa aquella tarde un cosquilleo dentro de la sangre le dijo lo que tenía que hacer.
Apresurado encendió su ordenador portátil. Abrió la rendija de su cámara que contenía la tarjeta de memoria, y la introdujo para hacer una copia de las instantáneas.
Las pasó acelerado una tras de otra. Ansioso por llegar a las de la chica. Y tras un pato que se picoteaba el ala derecha, ahí estaba ella.
Radiante. Con su camiseta rosa de manga corta, adornada con una silueta de Peter Pan. Con sus pantalones vaqueros ajustados y rotos por la rodilla y sus Converse negras.
Con su pelo largo y rojizo acicalado por un flequillo recto. Sus ojos azules, su piel blanca engalanada por unas pecas anaranjadas que se arremolinaban cerca de su pequeña nariz. Sus pestañas espesas al igual que sus cejas. Sus labios finos que enunciaban sonrisas enérgicas…
Sus sonrisas lo llenaban todo de luz. Incluso el sol que le vigilaba desde lo alto, tras su espalda, no brillaba tanto como ella.
- No puedo apartar mis ojos de ti - se dijo para sí mismo abatido.
Una a una miró todas las instantáneas. Abrió su página web y cargó en ella las nubes. Después hizo lo mismo con los patos, las hojas y los árboles. Indicando el lugar, el día y la fecha.
Sin embargo no pudo subir las fotos de Adrielle. Algo en su interior le impidió hacerlo.
Las más mágicas de todas, decidió guardárselas para él.
Pasaron los días y decidió imprimirlas todas en papel especial para fotografías.
Y las guardó en un sobre marrón tamaño Din-A4 junto con su tarjeta comercial: “Joel O’Connell, fotógrafo profesional ”. Sobre que posó en la mesa del salón y que cada cierto tiempo no podía evitar abrir para volver a revisar las fotografías.
- Tengo que pedirla permiso para subirlas a la web. Tengo que regresar a ese parque con la esperanza de encontrarla -se decía entre murmullos mientras admiraba detenidamente cada imagen.
- ¿Me denunciará por invadir su privacidad? ¿Tendrá pareja y al enterarse me dará una soberana paliza? -pensó.
- Quizá crea que soy un acosador, un psicópata sin escrúpulos, un fisgón de vidas ajenas… -cuchicheó.
Y sus ojos siguieron danzando entre las fotografías mientras sus labios no paraban de hacerse preguntas.
A cada interrogante su corazón se sentía más devastado, su sangre más espesa y temerosa…
No la conocía y sin embargo no era capaz de olvidarla ni un solo instante.
Intentando desconectar,
se sirvió en un vaso con hielo una copa de Black Eristoff. Encendió el
reproductor y se sentó en el sofá de cuero color rojo brillante. Dispuesto a
relajarse, a saborear aquellas gotas de bebida espirituosa negra con sabor a frambuesa.
Pero en el reproductor comenzó a danzar una melodía antigua, una de sus favoritas. Y las palabras cantadas resonaron en su cabeza devolviéndole a pensamientos anteriores.
“And so it is, the shorter story, no love no glory, no hero in her sky”, “I can’t take my eyes off you”
- No love, no glory, no hero… -susurró Joel con la mirada perdida en la televisión de plasma apagada.
-No puedo apartar mis ojos de ti -gritó con voz baja cerrando sus párpados y apretándolos fuerte.
Y volvió al parque, volvió a aquella tarde, y sonrío al recordar sus sonrisas…
“I can’t take my mind off you…“‘Til I find somebody new” - cantó junto a Damien Rice, sabiendo que “alguien nuevo” no lograría ayudarlo a olvidar.
-Adrielle, Adrielle, Adrielle… -susurró antes de sentir de nuevo cierto cosquilleo en sus venas. Cosquilleo eléctrico que lo hizo vestirse a toda prisa y salir por la puerta con el sobre en la mano.
Regresó al parque. Se sentó en un banco cercano al estanque y esperó.
Esperó observando a los patos nadar dejándose llevar por la corriente. Esperó acariciando inquieto el sobre marrón etiquetado con el nombre: “Adrielle” en su exterior.
Esperó cantando: “I can’t take my mind off you…”
Esperó que su estrella de luz apareciese en algún momento…
*Relato inspirado en la canción “The Blower’s Daugther”,
de Damien Rice. Banda sonora de la película “Closer”.
Esa espera, la esperanza, mmm... un bocado delicioso, como siempre :D
ResponderEliminarBesitos!!!
también se me ha grabado el nombre...
ResponderEliminarQue bonito!!
Besos
¿Y apareció? Seguro que sí. Y seguro que la experiencia fue algo inolvidable :)
ResponderEliminarAdrielle, otro nombre que me gusta :)
ResponderEliminar¡¡Black Eristoff!! Mi bebida favorita *.* eres mala malosa, ahora tengo sed xDD
Después de estas chorradas, comentemos el relato en plan serio...
Has mejorado mucho en la colocación de las comas, bravo ^^
De nuevo un relato musical, sabes que adoro ese tipo de combinaciones.
La introducción está muy bien, pues en unas pocas líneas nos muestras cómo es la vida de Joel (en lo básico, teniendo en cuenta que es un relato corto), Adrielle es la chica misteriosa, de la que no sabemos más
que su nombre y apariencia. ¿Conseguirá volver a verla? ¿Habrá algún tipo de conexión? Lo único que está claro es que nos dejas con las ganas >_<
Besos.