Hacía mucho tiempo que por estas tierras no caían
pequeños copos. Tanto que ella ni siquiera lo recordaba. Lo único que habían
visto sus ojos eran pequeñas pelotitas de granizo que se amontonaban sobre las
aceras creando nieve sucia.
Por eso aquellos trocitos de escarcha congelada
llamaron enseguida su atención.
No dudo ni un segundo en abrir la ventana y sacar
sus dedos para acariciarlos cuando uno decidió posarse justo en medio del
cristal. Al tocarlo se evaporó convirtiéndose en pequeñas gotitas de agua. Sin
embargo dentro de su alma algo cambió.
Aquella adolescente atormentada por recuerdos
bañados de tristeza, sintió que una esperanza comenzaba a surgir con fuerza.
Su sangre comenzó a agitarse acelerada. Su piel dejó
de estar tan pálida para coger un tono rosáceo. El tono de los vivos, de los
que sonríen, de los ilusionados…
Y mirando por la ventana, tocándose sus tatuajes más
preciados, miró al cielo.
Y mientras sus pupilas observaban el dulce aleteo de
los copos escarchados, su cuerpo se desperezó y comenzó a bailar simulando ese
vaivén taciturno y lento que parecía descifrar la melodía de un tango en
silencio.
Y mientras sus pupilas observaban el dulce aleteo de
los copos escarchados sus labios pronunciaron:
- ¡Parecen fragmentos de seda. Trocitos pequeños de
las alas de un ángel blanco!
Y al escuchar el eco de su voz, no pudo evitar
sonreír. Porque ella sabía que tenía dos ángeles, dos ángeles que siempre
estaban con ella.
- ¡Gracias por espolvorear vuestra pureza y
demostrarme que seguís aquí, a mi lado! – gritó en silencio para ella misma,
antes de volver a sonreír.
Y apoyada sobre el cristal de la ventana, siguió
mirando como los delgados copos de nieve seguían su baile lento desde el cielo
hasta llegar al suelo.
Mientras unos se iban fundiendo otros bailaban
despreocupados precipitándose entre el viento.
Mientras unos se iban fundiendo…en su alma latía una
esperanza.
La esperanza de congelar los recuerdos bonitos para
que durasen toda la vida y evaporar la tristeza de los agrios recuerdos,
fundiéndolos gracias a las sonrisas producidas por los buenos.
- ¡Fragmentos de las alas de ángeles blancos que
siguen estando cerca, no estando! – fueron sus últimas palabras.
- Copos escarchados de magia angelical que desprende
la naturaleza… - fueron las mías.
Es un relato precioso, según veo cargado de nostalgia ^ ^
ResponderEliminarDesde luego no hay nada más hermoso que la propia naturaleza :)
¿Quién teme al frío cuando sus copos destilan magia? Felicidades por saber recordar con una sonrisa, no todo el mundo ha aprendido a hacerlo. Un abrazo ^^
ResponderEliminarQué bello. Me invitó a soñar despierta, como si fuera un lindo recuerdo.
ResponderEliminarFelicidades :D
Un abrazo :)